El barquito de papel

Y ahí estaba yo una noche a mediados de 2018, llorando como pocas veces lo había hecho gracias a una película de Disney Channel, la ocasión anterior fue en 2003 cuando a mi papá le ocurrió un ACV y tuve que contenerme hasta llevarlo al hospital y avisar en la escuela que no asistiría a unas presentaciones, esa vez el hombro de mi gran amigo LC sirvió de soporte, gracias por eso.

Pero regresemos a 2018, habían pasado ya unos años en los cuales se habían cumplido muchas metas, tenía y conservo un gran empleo donde se puede crecer, había cumplido 3 años de docente en preparatoria impartiendo clases de arte, vivir en casa propia, 5 años de feliz matrimonio con una persona llena de empuje y ambiciones, a mis papás con salud y grandes amigos a mi alrededor.

Pero había algo que hasta esa noche de mediados de 2018 no sabía que me hacía tanta falta, después de un par de años de matrimonio Bebu y yo decidimos que era hora de crecer como familia y lejos de las convenciones sociales de las personas que nos quieren, que sinceramente sé que lo hacen de buena fe, preguntas y aseveraciones un poco fastidiosas, “¿y el hijo para cuando?”, “se va a pasar el tiempo”, “cuando quieran puede que no se pueda”.. pero bueno, nos dimos a la tarea de “hacer la tarea”.

Pasó un tiempo y llegaba un retraso , ¿compramos prueba?, esperamos un par de días y la prueba no era necesaria, y así pasaron varias ocasiones donde casi estábamos seguros que era la buena y simplemente no pasaba. Comenzamos a ver niños alrededor, en ese tiempo nació mi sobrino un pequeñín que ayudaba a canalizar un poco esa falta que tenía, otro amigos embarazados y lo que eran reuniones de amistad se comenzaron a tornar incómodas sesiones no por los temas ni las personas sino por el hecho de querer algo que simplemente no quería llegar.

En el ambiente escolar como profesor me enfrentaba cada día a estudiantes sumamente curiosos y con preguntas que auténticamente salían desde la inocente necesidad de saber más de los profesores, ¿tiene hijos profe? ¿no le gustaría tener?, al principio era fácil decir una respuesta que satisfacía su curiosidad pero que realmente no era del todo cierta, solo quería salir del paso rápido y pasar a lo que sigue, “por el momento no gracias, no está en planes” “ si llega que bueno, si no ni modo”, no podría ser más falso , me sentía ridículo cada vez que lo decía.

Meses, estudios, pruebas, tratamientos, retrasos, consultas, recomendaciones después llegamos con un especialista, quien con su atinada falta de tacto “recomendó” una clínica de inseminación con tratamientos que no podíamos costear, y aunque en nuestra mente adoptar siempre ha sido una opción el corazón pedía a gritos otra cosa. Nos dimos por vencidos.

La terapia para ella fue buena aliada, mientras yo me refugiaba en aproximadamente 100 alumnos que veía como sobrinos, con gusto y ganas de siempre tenderles la mano y aconsejar. Ahí no importas tú, importan los alumnos. Hicimos un plan de acción donde los estudios de maestría llegaron, planes para viajar, cambiar el auto, cocinar, apoyarnos el uno con el otro y caminar juntos, no diré que no hubo dificultades y a veces pensamientos de dejar todo y comenzar de nuevo, pero siempre había señales que decían deben seguir.

El desprenderte de una idea, un deseo, una ilusión es un duelo y como tal, la terapeuta nos pidió tratarla, debíamos dejar ir de forma física algo que no conocimos pero deseábamos, qué difícil, debíamos realizar una reunión con nuestros más cercanos y decirles que esta familia no crecería a más de dos, debíamos tener un pésame de algo que no sucedería.

Planeamos todo, a los más cercanos les comentamos y agradezco su discreción, pero de esos cercanos faltaba uno que vive a 4 horas de casa, así que nos dirigimos hacia allá una mañana de sábado. Pero en el camino de ida o regreso debíamos dejar de forma física la ilusión así que hicimos un barquito de papel que nos acompañó en el viaje y comentamos, al regreso pasaremos por un pequeño río, ahí era el lugar elegido, ahí las ilusiones se irían y al final del camino se reunirían con las ilusiones de otros tantos que como nosotros debieron dejarlas ir y que seguramente hubieran sido maravillosas.

Ya era el día regreso, yo manejaba, sabía que el lugar estaba próximo, mis pensamientos me lo dijeron, pero los ignoré, me decía a mismo, “si ella se acuerda lo hacemos” , no se acordó, o no se quiso acordar, no lo sé. Llegamos a casa los 3, el barquito, Bebu y yo, recuerdo haber comentado “hay que ver dónde lo dejaremos ir”, y mi mente solo recordaba la escena de Georgie y me era imposible decidir, parecía más un “nosotros te hablamos”, “luego vemos” cosas que sabes no pasarán.

Pasaron unos días y en un zapping sabatino estacionamos en Disney Channel, la película de un matrimonio que deseaba tener hijos y que después de muchas pruebas concluyeron que biológicamente no podían, pero además ni siquiera estaban aptos para aprobar el proceso de adopción. Qué martirio- pensaba. Pero no podía dejar de verla ni cambiarle, ellos físicamente enterraron su ilusión en el jardín y después de una gran tormenta sale un niño de la tierra, Timothy, con 3 hojas en las piernas que simbolizan las 3 lecciones que los padres deben aprender antes de estar preparados. Al completar la misión, Timothy debe irse.

¿Y si no estamos preparados?, ¿y si el destino no es nuestro? ¿y si el plan de vida es diferente? dudas, preguntas, pensamientos inundaron mi cabeza hasta que no pude más, pasaron a los créditos y necesitaba aire, respiré profundo y salió el llanto, interminable, de ese que te deja exhausto, de ese llanto que como en un deslave se lleva todo. Dormí.

Debíamos seguir con la vida, respondiendo las mismas preguntas, con la rutina, con la maestría, con las clases, y con un hueco que ahí estaba pero nos nos permitíamos pensar en él. Un día todo cambió, iba regresando de clase y Bebu que había descansado ese día, me llama pidiendo pizza de 4 quesos de dominos, “a y por cierto, también una prueba”, “naaa.. pura broma” pensaba yo, pero bueno ya estando ahí la llevé.

La tarde normal, apenas me dejó un par de rebanadas y me puse a trabajar, estaba tan concentrado que dejé de escuchar todo, cuando un “no mames, no mames” se apoderó del ambiente. Mira, me dijo Bebu, es positiva, yo incrédulo no sabía qué pasaba y me mostró la prueba, ¡¡es positiva!! me repetía, yo no me quería ilusionar, había pasado tanto que preferí no reaccionar, no lo creía. Seguí sin creer después de otra prueba casera, una de sangre y la felicidad de mi cuñada. Fue hasta escuchar su corazón cuando supe que no era una ilusión más, que no era un sueño.

Hoy jueves 23 de mayo de 2024 ese barquito de papel cumple 5 años, hoy como hace 5 años también es jueves y merecía la pena hacer algo especial, algo que nunca había hecho.

Feliz cumpleaños Alonso Millán Burgos, desde que sabemos de ti nos has dado solo sonrisas, un motivo para cada día ser mejores y aquel hueco que alguna vez hacía falta llenar no existe más.

Mamá y papá te aman.

2 comentarios
  1. Uffff!!! Vaya que no habia leido este post y despues de una charla con mi querido @el millan y su siempre bien atinada recomendacion Me tome unos minutos para leer y me encanto, me conmovio hasta las lagrimas. Ustedes saben !! FelicIdades por abrir tu corazon, compartirlo, pero sobre todo por amar y tener una familia tan bonita… 🫶🫶🫶

  2. Awwww que hermoso!!!
    Alo un hermoso sueño hecho realidad!
    Feliz de estar cerca de él y feliz por ese angelito que ha llenado de alegria a todos!

    Feliz cumpleaños Alo bello!!!

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