En el mundo profesional, más allá de las habilidades técnicas y la calidad del trabajo, la cortesía y la comunicación juegan un papel crucial en el éxito de las relaciones laborales. A veces, una simple respuesta o una muestra de empatía puede marcar la diferencia entre una colaboración fructífera y una relación rota. En este artículo, compartiré una experiencia reciente que ilustra cómo la falta de cortesía puede afectar una relación profesional y las lecciones que podemos aprender de ello.
El inicio de la colaboración
El pasado mes de mayo, fui contactado por un cliente con el que ya había trabajado en varias ocasiones. Siempre habíamos tenido una relación profesional fluida, por lo que no dudé en aceptar su nuevo proyecto de materiales gráficos. Como de costumbre, trabajé en el proyecto, lo entregué a tiempo y obtuve su aprobación. Todo parecía ir bien, y procedí a enviar la factura el 3 de junio, como es habitual.
La falta de respuesta
Lo que sucedió después fue lo que marcó la diferencia en esta experiencia. Durante todo el mes de junio, estuve en contacto con el cliente, preguntando por el estado de mi pago. Sin embargo, no recibí ninguna respuesta. Esto me sorprendió, ya que en el pasado siempre habíamos tenido una buena comunicación. A finales de junio, decidí notificarle que debía cancelar la factura por cuestiones fiscales, ya que no podía mantenerla abierta indefinidamente. A pesar de esto, no insistí más en el pago, esperando que el cliente eventualmente respondiera.
La sorpresa del nuevo proyecto
Pasaron las semanas, y la falta de comunicación seguía siendo un misterio. Sin embargo, la semana pasada, el mismo cliente me volvió a contactar, esta vez para preguntarme si tenía disponibilidad para trabajar en nuevos materiales gráficos. Lo que me sorprendió fue que en ningún momento mencionó el pago pendiente, como si ese detalle hubiera sido olvidado por completo.
La decisión de rechazar el proyecto
Ante esta situación, decidí que era necesario recordarle al cliente el pequeño detalle de la factura no pagada. Le expliqué que, más allá del dinero, lo que realmente me molestaba era la falta de cortesía. Un simple “no tengo dinero, te pago después” habría sido suficiente para mantener la confianza en nuestra relación profesional. Sin embargo, su silencio y la falta de consideración me hicieron sentir que no era el diseñador adecuado para continuar trabajando con él.
Su respuesta, “es una lástima”, no solo me pareció cínica, sino que también me dejó claro que no valoraba la relación profesional que habíamos construido en el pasado. A pesar de la deuda pendiente, lo más frustrante fue la falta de empatía y la indiferencia con la que trató la situación.
Reflexiones finales
Este incidente me enseñó una valiosa lección: en las relaciones profesionales, la cortesía y la comunicación son tan importantes como el dinero. Afortunadamente, estoy en una posición en la que puedo permitirme rechazar proyectos que no se alinean con mis valores o expectativas. Aunque el dinero es importante, la integridad y la calidad de las relaciones que construimos a lo largo de nuestra carrera profesional son invaluables.
A veces, es mejor decir “no” a un proyecto que compromete nuestra paz mental y nuestra ética profesional. La vida, el karma o el universo se encargarán de proveer lo que necesitamos en el momento adecuado.
¿Qué opinas sobre esta situación? ¿Te has enfrentado a una situación similar en tu carrera? Me encantaría conocer tu experiencia en los comentarios. Si crees que este artículo puede ser útil para otros profesionales, no dudes en compartirlo en tus redes sociales. ¡Hagamos de nuestras relaciones laborales un espacio donde la cortesía y el respeto sean la norma!