En el Día de la Madre, cuando el mundo se une para celebrar el amor y la devoción materna, deseo compartir una historia especial sobre una mujer que ha dejado una huella imborrable en mi corazón: mi querida abuela, Chabelita.

Originaria del Rancho El Carmen, Jalisco, Chabelita fue madre de 10 hijos, 6 hombres y 4 mujeres. Era una mujer de casa que poseía una naturalidad que irradiaba calidez y ternura a su alrededor. Su figura esbelta, sus rizos canos y su mirada tierna eran solo el comienzo de su encanto único.
Recuerdo con cariño los veranos de mi infancia, cuando mi hermano y yo pasábamos días en casa de nuestros abuelos. Las mañanas comenzaban con el aroma tentador de huevos revueltos preparados con esmero por Chabelita, acompañados de su singular bebida matutina: Pepsi con un toque de huevo crudo. ¡Una combinación fuera de lo común pero que ella disfrutaba con placer! Y no podían faltar sus compañeros inseparables, los cigarros y su cervecita, que siempre encontraban lugar en su rutina diaria.
Su pasión por el juego de cartas, especialmente el “conquian”, era evidente, y a menudo nos uníamos a ella para pasar horas entre risas y estrategias. Además, su devoción por las novelas y películas de Pedro Infante llenaban los días con música y romance en el hogar. La música de tríos y mariachis también tenía un lugar especial en su corazón, y elegir el vinilo perfecto para cada ocasión era cosa de todos los días.
Los fines de semana eran sinónimo de reuniones familiares, con tíos y primos llenando la casa de risas y bullicio. Jugando al dominó con mi abuelo y a la baraja con Chabelita, los momentos se llenaban de alegría y complicidad. Y como uno de los nietos mayores, recaía en mí la tarea de ir a la tienda con la lista icónica: “Luisito, ve por 3 cocas y 11 Tehuacanes”.
Aunque suene inusual, una de las frases que más recuerdo es su famoso “pinche Luis” cada vez que mi sarcasmo o humor negro se dejaban ver. Pero hubo una ocasión que quedó grabada en mi memoria para siempre. Viendo televisión juntos, un comercial de toallas femeninas mostraba una toalla cayendo desde un puente al río, absorbiendo todo a su paso. Su comentario instantáneo ante la absurda situación fue: “son mamadas”. ¡Esa era mi Chabelita, una mujer con carácter y autenticidad!
Hoy, Chabelita juega baraja desde otro lugar, pero hoy deseo dedicarle, a manera de homenaje, este pequeño y sentido texto en honor a su memoria, como madre y abuela.
En este Día de la Madre, mientras honramos a todas las mamás, rindamos también homenaje a figuras como Chabelita, cuyo amor y devoción se expresaban de formas únicas y especiales.
¡Feliz Día de la Madre!
1 comentario
Wow! Increible homenaje, al leerlo retrocedio mi memoria algunos algunos años y no pude evitar sentir nostalgia ACOMPAÑADA de una gran sonrisa.
Chabelita besos y abrazos hasta el cielo! Festeja y echate unas cervecitas con “la chupitos” que seguro ya suertió la tiendita